Amor de lagos y volcanes

Es deseada por extranjeros y despreciada por los suyos. Su vida ha sido dura. Le ha costado sangre, muertos guerras y dolor. ¿Será que ha valido la pena tanto sufrimiento para la libertad de sus 5 millones y medio de hijos que la usan y dejan su mugre y tristezas en su cuerpo?  Algunos solo les interesa sacar provecho de ella y no le aportan a la gratitud de sus corazones.

Por Catalina Solano Uribe

ometepe

Volcán Concepción y Maderas-Foto: Norman Vega

He viajado por cientos de kilómetros para conocerla. He dejado mi mujer, es muy violenta y me ofrece pocas oportunidades, le amo pero siento que es tiempo de partir, alejarme y tomar independencia. Por lo menos un tiempo, eso me servirá para reencontrar mi amor y volver con la mente y el corazón dispuesto.

Mientras tanto tengo una ilusión, desde hace tres semanas pienso en mi nuevo amor y observo todo desde las alturas. Voy en un avión a dos horas de ella. Estoy nervioso, no sé qué sentir. Me he puesto mi mejor vestido.  Intento mantener una mirada fija mientras recuerdo las opiniones de las personas que me decían, es fea, retrasada, y aparte tiene sangre en sus manos. Buscaban como atarme a mi antigua pasión, pero yo ya tenía una esperanza. A mí no me importan sus puntos de vista, yo sigo mi viaje y alzo  mi frente. Sé que será hermosa.  Soy consciente que no es esbelta ni adinerada, además he escuchado que sus hijos son desagradecidos, pero las fotos me motivan para crearme una imagen diferente que sobrepasa todos los obstáculos.

Se acerca el momento. El aviador anuncia que quedan 20 minutos para el aterrizaje. Sigo ansioso, pero desde la altura observo su vestido azul y blanco. He escuchado que es muy caliente y eso es nuevo para mí. Las que he conocido siempre son frías y muy estudiadas pero, les falta carisma. Espero no me equivoque con esta nueva ilusión.

Anuncian nuestro destino final. Bajo del avión y la encuentro. Es como pensé. Hermosa. Sus colores no son solo azul y blanco también lleva verde rojo y amarillo. Sus ojos brillan con gran resplandor, tanto que queman. Tiene un olor a paz que inquieta mis sentidos dejándome deslumbrar por su cálido abrazo.

Después de la bienvenida conocí algunos de sus hijos. Ellos hablan con libertad, visten con ropas anticuadas y sus caras no son muy sonrientes, los modales bajos y la cultura precaria. Aun así tienen un corazón sano limpio y solidario.

Sus oriundos tienen brotes de grosería. Yo pregunto a qué se debe la mala crianza, si su madre es esforzada y valiente.  Ella aguanta los malos tratos y aun así refresca sus gargantas y los alimenta cada día.

Seguimos juntos el camino, sin preguntar nada. Aun no es tiempo, es mi primer encuentro. De repente veo que tiene unos tatuajes de colores rojo y negro, muy marcados en su cuerpo. Sin pena le curioseo. Ella es sencilla en sus respuestas argumentando que gracias a esos colores se ganó la libertad, que esa bandera llevó el mando contra la dictadura, por eso la tiene en su cuerpo.  Ahora mis hijos hablan con autonomía y buscan el triunfo.

Seguimos nuestro camino.  Llegamos a  un gran teatro que lleva por nombre Rubén Darío. Si he escuchado de él, pero quiero que ella me hable de su hijo  más conocido. Este nombre recorre el mundo y es el orgullo de esta madre que se jacta diciendo: es posiblemente el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. Es llamado Príncipe de las Letras Castellanas. Yo muevo mi cabeza en símbolo de afirmación de todo lo que me habla.

Mientras nos conocemos veo que ella se pone muy caliente.  Le pido que nos refresquemos con alguna bebida que sea de sus preferidas. Me invita un pinolillo y vigorón.  Quedé fascinado con esa mezcla, aunque la sentí un tanto pesada.

Caminamos para bajar la comida. De repente, en la intimidad, me enseñó uno de sus senos. Se puso más caliente la temperatura. Su seno era un volcán y llevaba por nombre Cerro Negro, algo curioso es que tenía un pezón muy oscuro. Sin importarme yo quería ver más, entonces me mostro el otro seno que llevaba por nombre Mombacho. Al entrar en este último sentí un ambiente más fresco.  Pude indagar, conocer y tocar.  Casi me pierdo en ellos.

Necesitaba bajar la excitación. Entonces me llevó a la frescura de su boca.  Era un mar de tranquilidad. Mientras me besaba yo sentía esa paz que abrazaba mi cuerpo.

Finalmente pedí su nombre y me dijo con orgullo: Nicaragua. Y hasta este momento he estado enamorado de ella cada día.  Algunas mañanas discutimos por cuestiones de política, cultura, mala educación de sus hijos, por falta de disciplina. Pero sé que ella está cambiando por mí y para todos.

Llevo dos años con Nicaragua. Me siento feliz. Viajo por sus curvas de vez en cuando. Mientras, en la rutina, me mantengo caliente bajo sus alas. También me tranquilizo nadando en sus lagos.Creo que viviré con ella para siempre.

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